Son las 5:30 de la mañana, suena la campanita rompiendo el silencio que abriga a todo el Seminario. Mientras, en los dormitorios de los seminaristas suena vibrante la voz de los superiores del Seminario con el “Viva Jesús y María”. ¿Recuerdas que así iniciábamos nuestras actividades del día?
Quise hacer llegar a tu mente lo anterior con el fin de que recuerdes aquellos días que pasaste en el Seminario, cuántas alegrías, cuántas satisfacciones y también, por momentos, sufrimientos y tristezas que con la ayuda de nuestra Virgencita del Seminario, superamos.
Pero vayamos a nuestra convivencia general de cada año
¿Por qué nos reunimos?
Nos reunimos para saludar a la Virgencita del Seminario. Nos reunimos para vivir momentos de alegría, en el lugar que con tanto cariño nos acogió y donde tuvimos grandes oportunidades de aprender cosas buenas.
Nos reunimos para revivir aquel ideal al que aspiramos todos; para convivir con los compañeros, cambiar impresiones y sentirnos verdaderos hermanos de Cristo Nuestro Señor. Para agradecerle los dones y gracias recibidas, habernos dado la oportunidad de seguir sus pasaos como seglares; para expresar nuestras inquietudes por el mejoramiento de las reuniones con el fin de seguir apoyando nuestro Seminario, y para estrechar lazos de amistad y cariño, por lo que asistimos con nuestras esposas e hijos.
Nos reunimos para saludar a los maestros del Seminario que tanto nos apoyaron, para saludar a los seminaristas y expresarles nuestro apoyo para que continúen en la realización del ideal sublime del sacerdocio.
Podría enumerar otras causas, pero considero que son las principales.
Por otra parte, quiero aclarar que en las convivencias que realizamos no existe discriminación entre los asistentes; aquí no se mide ninguna posición social, económica y mucho menos política. Cada quien aporta lo que quiere, participa como quiere, opina con toda libertad, porque siempre buscamos la armonía dentro del respeto mutuo.
Por lo tanto, compañero exseminarista, te invitamos a participar con tu familia. Asiste a las convivencias; ven a vivir un rato al Seminario, el semillero del cual formaste parte. Ven a saludar a la Virgencita que te espera con los brazos abiertos; ven a pasar un rato de retiro espiritual con Nuestro Señor Jesucristo, a fortalecer tu fe y a tomar nuevos impulsos para servir mejor a Él, a nuestros hermanos y por qué no, a ser un ejemplo ante ellos.
Por último te decimos que si no puedes asistir a nuestras convivencias por causas de fuerza mayor, siempre te tenemos presente ya que la Santa Misa y el Rosario los ofrecemos por las intenciones de los presentes y los ausentes, por nuestros compañeros difuntos.
Bienvenido, te deseamos salud, fuerza y amor en Nuestro Señor Jesucristo.
Quise hacer llegar a tu mente lo anterior con el fin de que recuerdes aquellos días que pasaste en el Seminario, cuántas alegrías, cuántas satisfacciones y también, por momentos, sufrimientos y tristezas que con la ayuda de nuestra Virgencita del Seminario, superamos.
Pero vayamos a nuestra convivencia general de cada año
¿Por qué nos reunimos?
Nos reunimos para saludar a la Virgencita del Seminario. Nos reunimos para vivir momentos de alegría, en el lugar que con tanto cariño nos acogió y donde tuvimos grandes oportunidades de aprender cosas buenas.
Nos reunimos para revivir aquel ideal al que aspiramos todos; para convivir con los compañeros, cambiar impresiones y sentirnos verdaderos hermanos de Cristo Nuestro Señor. Para agradecerle los dones y gracias recibidas, habernos dado la oportunidad de seguir sus pasaos como seglares; para expresar nuestras inquietudes por el mejoramiento de las reuniones con el fin de seguir apoyando nuestro Seminario, y para estrechar lazos de amistad y cariño, por lo que asistimos con nuestras esposas e hijos.
Nos reunimos para saludar a los maestros del Seminario que tanto nos apoyaron, para saludar a los seminaristas y expresarles nuestro apoyo para que continúen en la realización del ideal sublime del sacerdocio.
Podría enumerar otras causas, pero considero que son las principales.
Por otra parte, quiero aclarar que en las convivencias que realizamos no existe discriminación entre los asistentes; aquí no se mide ninguna posición social, económica y mucho menos política. Cada quien aporta lo que quiere, participa como quiere, opina con toda libertad, porque siempre buscamos la armonía dentro del respeto mutuo.
Por lo tanto, compañero exseminarista, te invitamos a participar con tu familia. Asiste a las convivencias; ven a vivir un rato al Seminario, el semillero del cual formaste parte. Ven a saludar a la Virgencita que te espera con los brazos abiertos; ven a pasar un rato de retiro espiritual con Nuestro Señor Jesucristo, a fortalecer tu fe y a tomar nuevos impulsos para servir mejor a Él, a nuestros hermanos y por qué no, a ser un ejemplo ante ellos.
Por último te decimos que si no puedes asistir a nuestras convivencias por causas de fuerza mayor, siempre te tenemos presente ya que la Santa Misa y el Rosario los ofrecemos por las intenciones de los presentes y los ausentes, por nuestros compañeros difuntos.
Bienvenido, te deseamos salud, fuerza y amor en Nuestro Señor Jesucristo.
Alberto Ocampo Gutiérrez.
Texto tomado del libro Seminario Diocesano de Chilapa. 1868-1993. Metropolitana de Ediciones S.A., México, 1993, p. 146, publicado para conmemorar los 125 años de la Institución.
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